domingo, 18 de mayo de 2008

Imre Kertész

No sentía frío ni dolor, ni tampoco sentía –más bien me daba cuenta por deducciones mentales-… me pasaba el tiempo reflexionando, observando lo que veía sin tener que esforzarme en absoluto: el cielo bajo, grís y sin brillo, las nubes pesadas como plomo…

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