La vieja cerradura estaba cubierta de óxido y herrumbre, como si llevara allí mucho tiempo. Hacía mucho que nadie la había usado, y el secreto tras la puerta había quedado olvidado durante años. Pero yo estaba decidida a descubrir lo que se escondía detrás de esa puerta.
Después de mucho trabajo y paciencia, finalmente logré abrir la cerradura con un viejo juego de llaves que encontré en el fondo de un cajón. Con el corazón latiéndome con fuerza, empujé la puerta y me asomé al oscuro pasillo que había detrás.
Lo primero que vi fue una escalera de madera que descendía hacia las profundidades. Me pregunté qué había al final de esa escalera, qué secreto tan importante había sido guardado durante tantos años. Sin pensarlo dos veces, comencé a bajar.
A medida que descendía, el aire se hacía más frío y húmedo. Finalmente llegué a una puerta de metal, cubierta de óxido y herrumbre como la cerradura de arriba. Con la respiración entrecortada, abrí la puerta y me encontré con una habitación oscura y polvorienta.
En el centro de la habitación había una caja de madera, cubierta de polvo y telarañas. Con manos temblorosas, la abrí y vi lo que había dentro. Era un tesoro, un tesoro que había estado oculto durante años detrás de esa puerta y esa cerradura vieja y olvidada.
Sonreí al ver el tesoro, sabiendo que había sido recompensada por mi curiosidad y determinación. Me pregunté quién habría escondido ese tesoro allí y por qué. Pero eso era algo que quizás nunca sabría. Lo único que importaba era que había descubierto el secreto tras la puerta, y eso era algo que siempre recordaría.
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