La sociedad occidental se ahoga. Es una idea que desde hace décadas se viene reflejando en las manifestaciones artísticas, desde las continuas vanguardias que inauguraron el presuroso XX hasta las innovaciones híbridas que nos presentan los autores de este inestable siglo XXI. Nietzche nos habló del concepto de superhombre, de la superación de la decadencia de sentirse perdido sin un referente religioso. Marx nos habló de la alienación del proletariado en el sistema capitalista y sus monopolios. Debord nos deleita con un paseo por la sociedad del espectáculo y Orwell ya nos habló del dominio de un sistema centralizado omnipresente.
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