la obscuridad visible
Mi mente era como una antigua central telefónica que se iba quedando inundada por la crecida: uno tras otro, los circuitos normales se anegaban. Pegado a un lecho de clavos. Extraña sensación de fragilidad, como si mi cuerpo se hubiera vuelto deleznable, hipersensible, desarticulado y torpe. Sentía el horror como una niebla compacta y venenosa. Inmensa y dolorida soledad.
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